Cuando tenía cinco años (o cuatro, casi cinco), se me ocurrió la idea que el viejito pascuero no existía y que eran los padres quienes traían los regalos. Iba en el auto con mi mamá, cuando vino a mi mente ese pensamiento...y para salir de duda, le pregunté.Para colmo de males, mi madre me dijo la verdad: "claro que sí, somos nosotros". Paf, se me derrumbó el sueño. Y más encima, yo misma me lo derrumbé. Qué me costaba callar y seguir con mi fantasía incierta. Nada. Pero mi curiosidad pudo más.
Aún sabiendo la verdad, siempre me encantó la navidad. No sólo por los regalos, sino que envuelve un sentimiento de magia que es difícil de explicar. Hasta hoy en día, me sigue gustando. Disfruto con los dulces, envoltorios, luces, adornos y regalos. Siempre sale mi niña interna, y espero que nunca se vaya.
Yo sé que el viejito no existe. Pero también sé que existe la magia de creer.
Feliz Navidad a todos.








